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terça-feira, 23 de maio de 2017

MUSEOS, PATRIMONIO Y SENTIMIENTOS. · en CULTURA, GESTIÓN, INSTITUCIONES, MUSEO, OPINIÓN, PATRIMONIO. ·

¿Por qué las personas tenemos interés en visitar museos y lugares patrimoniales? Podría ser una pregunta relativamente sencilla, sin embargo es una cuestión que entra dentro de la discusión académica e incluso del discurso político y la práctica museística como tal. Tradicionalmente, la respuesta está basada en dos suposiciones básicas: en primer lugar, las personas visitamos los museos porque queremos aprender algo nuevo y, en segundo lugar, porque queremos disfrutar como turistas de visita. Ambos supuestos tienden a considerar a los visitantes consumidores pasivos de mensajes interpretativos, contemplando que no se producen más cosas durante esas visitas individuales y/o colectivas a esos lugares. Podríamos cuestionar estos supuestos y analizar no sólo lo que la visita a un museo o a un conjunto patrimonial significa para los visitantes, sino ir un poco más allá y reflexionar en otros términos, como son el trabajo cultural y las razones políticas y sociales que están implicadas en esa visita.



El patrimonio forma parte de un proceso de ayuda para que las personas y las sociedades puedan asimilar cultura, y no sólo en cuanto al significado de su pasado, sino también poniendo en valor las formas en que dicho pasado sirve para legitimar y poner de manifiesto sus valores, sus narrativas históricas y las realidades de las que forma parte. Las colecciones de los museos, conjuntos patrimoniales u otros lugares normalmente identificados como patrimonio, son, no un valor en sí mismos en lo material, sino más bien herramientas culturales para generar y mantener el recuerdo y la memoria de un pueblo. El patrimonio es una actuación íntimamente ligada a la legitimación de la identidad, al sentido de pertenencia y de formar parte de un lugar, pero también es un proceso o actuación en la que los significados patrimoniales evolucionan constantemente dependiendo de las necesidades y realidades del presente.

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Estos cambios a menudo tienen lugar alrededor de las prácticas de la gestión y de la curación, en decisiones que se toman cuando se recoge, se guarda o expone, se enumera o define como herencia, qué mantener y qué hacer desaparecer de la vista de los ciudadanos. Sin embargo, el contacto con el patrimonio también se produce espontáneamente, de forma individual y colectiva a partir de la visita a lugares particulares. Las premisas sobre lo que es y no es patrimonio van mas allá de los límites que a menudo se establecen entre los museos y los sitios patrimoniales, sosteniendo que ambos son teatros de la memoria, así como remanentes físicos de la conciencia histórica de cada pueblo. También debemos decir que las actuaciones y orientaciones que los curadores y los gestores del patrimonio realizan no son aquellas que necesariamente propician que los visitantes se involucren con lo que ven.


Una de las cuestiones clave que creemos es capital a la hora de hacer valoraciones generales sobre los sitios patrimoniales y los museos, es que mantenemos la idea de que son lugares donde la gente va a “sentir”, a sentir emociones. La comprensión de la naturaleza emocional de la visita no sólo se revela como una acción de aprendizaje y compresión de lo que puede observar con la vista, sino que también está demostrado que los museos y los lugares de herencia patrimonial pueden ser utilizados de otras muchas maneras y con diferentes propósitos por parte de los visitantes.


Entender el contenido emocional de una visita a un museo o a un lugar patrimonial revela formas complejas en que los visitantes reaccionan a los mensajes y los asimilan, algunos de ellos programados por la curaduría. Este trabajo curatorial es muy delicado, ya que está relacionado directamente con nuestra capacidad de sentir emociones y de percibir sensaciones íntimas incluso, sobre todo cuando se trata de enfrentarnos a cuestiones muy delicadas. La provocación emocional a menudo debe ir acompañada de un soporte didáctico de apoyo a la comprensión, de percepciones críticas y progresivas sobre nuestro pasado, reforzando y adaptando sus significados en el presente. A la inversa, sin embargo, a partir de posibles respuestas emocionales que se despierten en nosotros de manera espontánea, también se puede reforzar la comprensión y el acercamiento a nuestra historia, aunque es algo mucho más complicado. Por lo tanto, el objetivo general es intentar desentrañar estas respuestas afectivas y emocionales explorando las razones que impiden o facilitan la participación de los visitantes y el papel que desempeñan los momentos que vivimos en museos y lugares de herencia y significado histórica, para que los que los visitantes se involucren con estos conceptos y emociones de la mejor manera posible.

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Reflexionamos sobre cómo la comprensión del aspecto emocional en las interacciones de los visitantes con el patrimonio es crucial, y observamos todo aquello que pueda revelar algo de esta complejidad emocional que se produce entre las personas y su legado histórico. Durante años, hemos visto a muchas personas desmoronarse y llorar o se quedarse sin palabras al sentir emociones demasiado complejas para ser expresadas. Incluso hemos visto a personas emocionarse sin tener vínculo alguno con el lugar, sintiéndose conmovidas por tanta belleza.


En uno de nuestros viajes a Ciudad de México, tuvimos ocasión de visitar el Museo de la Memoria y la Tolerancia. Aunque no había muchos visitantes, era una mañana de junio, entre semana, decidimos incorporarnos a un grupo de visita guiada. El museo centra su narrativa para que el público tenga una idea de lo que fueron los seis genocidios más devastadores de la historia de la humanidad: El Holocausto, el Genocidio Armenio, la Antigua Yugoslavia, El Genocidio de Ruanda, El Genocidio de Camboya, el Genocidio de Guatemala y el de Dafur.


Desde el punto de vista emocional, la visita a este maravilloso museo es un verdadero maratón de sentimientos, de emociones, de sensaciones. Ninguno de los que estaban en el grupo había sido víctima de aquel horror, ni tan siquiera era natural de aquellos lugares, pero se veían lágrimas en la mayoría de los rostros, además de muecas de horror y disgusto. Este es un museo de la memoria, un lugar para dar rienda suelta a las emociones que llevamos dentro si aun seguimos siendo sensibles al horror y a la devastación. La reflexión de aquel día fue que se habían desencadenado dentro de nosotros sentimientos que, de otra manera, viendo un programa de televisión por ejemplo, no se hubieran dado. Está claro que el potencial de los museos y de su narrativa, si está bien planteada, puede resultar profundamente conmovedora y reveladora.


Es cierto que los lugares de interés cultural, como son los museos que exhiben nuestro patrimonio histórico y cultural, están orientados de muchas maneras diferentes. La mejor manera de plantear el mensaje es llegar a comprender, si se puede, las maneras en que la gente visita y se relaciona con los lugares de herencia histórica, obteniendo así una comprensión mayor de las maneras en que se entiende y percibe la historia y el pasado por parte de las personas, y también cómo el pasado es utilizado activamente en el presente por cada individuo. Este uso puede abarcar desde el planteamiento personal sobre cuestiones políticas, hasta reforzar aspectos de identidad personal, étnica o nacional, y lo más importante, aproximar a la narrativa de experiencias pasadas y contemporáneas apoyadas con argumentos de identidad colectiva.



Por eso entendemos que es de una enorme responsabilidad la forma en la que se conserva, mantiene, exhibe y difunde el patrimonio histórico, ya que debe ser concreto a una realidad histórica neutra, sin aditivos ni colorantes, sin interpretaciones individuales marcadas por intereses políticos u otros aún peores. La memoria histórica debe permanecer como valor del conocimiento humano, no como una herramienta de reivindicación de ideas particulares.


RECURSOS:

Butler, Judith y Athena Anthanasiou, 2013. “Desposesión: el desarrollo de lo político”. Cambridge: Política.
Fraser, Nancy, 2000. “Repensar el reconocimiento”, Revisión de la Nueva Izquierda, 3, Mayo/Junio: 107-120.
Smith, Laurajane. “Usos del Patrimonio”. Londres, Routledge, 2006.
Smith, Laurajane, 2010. “La humanidad del hombre hacia al hombre y tópicos que evitan la falta de reconocimiento: un análisis de las respuestas de los visitantes a las exposiciones que recuerdan. El Bicentenario 1807, Museo y Sociedad, 8(3): 193-214.
Young, Iris, 2000. “Inclusión y democracia”. Oxford: Oxford University Press








Cultura não é o que entra pelos olhos e ouvidos,
mas o que modifica o jeito de olhar e ouvir. 
A cultura e o amor devem estar juntos.

Vamos compartilhar.

Culture is not what enters the eyes and ears, 
but what modifies the way of looking and hearing.

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